Cuento:
Abrigos de piel, una cruel realidad
Todo empieza como en los más mágicos cuentos. Un día más en el bosque estoy como me gusta estar, con mis hermanos, mi madre… Pero los cuentos tienen un nudo y un desenlace.
Nos despertamos entre los ruidos de los pájaros y, sin apenas esperarlo, oímos que se acerca lo único que destroza nuestra paz y armonía: el cazador.
Corremos más velozmente que sus disparos, aunque finalmente se hace con su objetivo; pero, no, no me toca aún a mí; le ha tocado a mi madre.
Sigo a mi madre hacia una fábrica y veo como hacen auténticas barbaridades con ella. Nadie me oye, pero yo grito en silencio que no le hagan nada; yo la necesito y estoy viendo como le hacen tales barbaridades.
Sigo su camino hacia una tienda muy lujosa en la que veo que no es solamente mi madre quien tiene la piel cortada y puesta en un abrigo.
Estoy escondido entre los muebles, tengo miedo a que se hagan conmigo, pero no me puedo quedar quieto, ¡Necesito y quiero saber por qué nos hacen esto!
Llega el último proceso de esta dura andadura: una mujer con pintas frívolas desembolsa una cantidad espeluznante de dinero y se lleva a mi madre en su cuerpo. Siento que esa es la última vez que la voy a ver, y ahora me pregunto ¿Me harán eso a mí?
¿Y si nos pusiéramos en su bella piel? ¿Y si te pararas a reflexionar?
Celia Pastor Bascón. 1º B
Abrigos de piel, una cruel realidad
Todo empieza como en los más mágicos cuentos. Un día más en el bosque estoy como me gusta estar, con mis hermanos, mi madre… Pero los cuentos tienen un nudo y un desenlace.
Nos despertamos entre los ruidos de los pájaros y, sin apenas esperarlo, oímos que se acerca lo único que destroza nuestra paz y armonía: el cazador.
Corremos más velozmente que sus disparos, aunque finalmente se hace con su objetivo; pero, no, no me toca aún a mí; le ha tocado a mi madre.
Sigo a mi madre hacia una fábrica y veo como hacen auténticas barbaridades con ella. Nadie me oye, pero yo grito en silencio que no le hagan nada; yo la necesito y estoy viendo como le hacen tales barbaridades.
Sigo su camino hacia una tienda muy lujosa en la que veo que no es solamente mi madre quien tiene la piel cortada y puesta en un abrigo.
Estoy escondido entre los muebles, tengo miedo a que se hagan conmigo, pero no me puedo quedar quieto, ¡Necesito y quiero saber por qué nos hacen esto!
Llega el último proceso de esta dura andadura: una mujer con pintas frívolas desembolsa una cantidad espeluznante de dinero y se lleva a mi madre en su cuerpo. Siento que esa es la última vez que la voy a ver, y ahora me pregunto ¿Me harán eso a mí?
¿Y si nos pusiéramos en su bella piel? ¿Y si te pararas a reflexionar?
Celia Pastor Bascón. 1º B
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