NANUK, EL OSO BLANCO
Un esquimal tuvo dos hijos gemelos, pero contrariamente a lo que se esperaba de una madre, en vez de alegrarse, se entristeció. Una tradición de los esquimales afirmaba que los gemelos traían mala suerte. Lo cierto es que el cielo se volvió de color plomizo y un viento helado empezó a recorrer la región. Por decisión de los ancianos de la tribu, los niños fueron abandonados en medio de la nieve. Uno de ellos, tras navegar a la deriva sobre un iceberg, se convirtió en Nanuk
Un día, el joven cazador Uluksak caminaba sobre el mar helado cuando, de repente, el bloque de hielo en el que estaba se separó de la tierra firme y se perdió en el mar. Ya estaba resignado a morir de hambre y frío cuando se le acercó un oso blanco:
-No temas, soy Nanuk y, aunque no lo creas, pertenezco a tu misma tribu… ¿Tienes hambre?- dijo Nanuk.
El oso se lanzó al mar y sacó un pescado. Cuando Uluksak terminó de comérselo, Nanuk le dijo:
-Estás temblando de frío, Uluksak… Déjame que te abrigue…- y el oso lo cubrió con sus brazos suaves.
Uluksak pensó que el oso blanco lo iba a destrozar, pero, por el contrario, durmió entre sus brazos el más plácido de sus sueños. El viento quiso que el bloque de hielo volviese a acercarse a tierra firme, justo donde la tribu de Uluksak había levantado su campamento. Uluksak abrazó por última vez a su amigo y le dijo:
-Nadie, absolutamente, nadie, creerá que un oso blanco llamado Nanuk me salvó la vida…. ¿Qué puedo hacer para que me crean?-
Nanuk pensó un momento y luego se arrancó unos pelos de sus patas. Con ellos hizo una trenza, la cerró en círculo con un nudo y se la dio a Uluksak para que la use como una pulsera.
-Toma…Los ancianos de la tribu sabrán de inmediato que una pulsera así no la puede hacer un ser humano…
Nanuk se zambulló en el mar y desapareció. Uluksak volvió al campamento de su tribu, donde todos ya lo daban por muerto. Tras la alegría de verlo vivo, vinieron las preguntas. Nadie creía su historia.
-Pues mirad esto- dijo Uluksak.
Los ancianos observaron la pulsera y afirmaron:
-¡Esto no lo ha hecho una persona!-
-Por supuesto que no… -exclamó Uluksak-. ¡Ha sido Nanuk, el oso blanco!
Desde ese día, los esquimales saben que no todos los osos blancos son enemigos. Hay uno, al menos, que está dispuesto a ayudarnos, y se llama Nanuk.
Luis Miguel Portillo Piret 3º ESO D
Un esquimal tuvo dos hijos gemelos, pero contrariamente a lo que se esperaba de una madre, en vez de alegrarse, se entristeció. Una tradición de los esquimales afirmaba que los gemelos traían mala suerte. Lo cierto es que el cielo se volvió de color plomizo y un viento helado empezó a recorrer la región. Por decisión de los ancianos de la tribu, los niños fueron abandonados en medio de la nieve. Uno de ellos, tras navegar a la deriva sobre un iceberg, se convirtió en Nanuk
Un día, el joven cazador Uluksak caminaba sobre el mar helado cuando, de repente, el bloque de hielo en el que estaba se separó de la tierra firme y se perdió en el mar. Ya estaba resignado a morir de hambre y frío cuando se le acercó un oso blanco:
-No temas, soy Nanuk y, aunque no lo creas, pertenezco a tu misma tribu… ¿Tienes hambre?- dijo Nanuk.
El oso se lanzó al mar y sacó un pescado. Cuando Uluksak terminó de comérselo, Nanuk le dijo:
-Estás temblando de frío, Uluksak… Déjame que te abrigue…- y el oso lo cubrió con sus brazos suaves.
Uluksak pensó que el oso blanco lo iba a destrozar, pero, por el contrario, durmió entre sus brazos el más plácido de sus sueños. El viento quiso que el bloque de hielo volviese a acercarse a tierra firme, justo donde la tribu de Uluksak había levantado su campamento. Uluksak abrazó por última vez a su amigo y le dijo:
-Nadie, absolutamente, nadie, creerá que un oso blanco llamado Nanuk me salvó la vida…. ¿Qué puedo hacer para que me crean?-
Nanuk pensó un momento y luego se arrancó unos pelos de sus patas. Con ellos hizo una trenza, la cerró en círculo con un nudo y se la dio a Uluksak para que la use como una pulsera.
-Toma…Los ancianos de la tribu sabrán de inmediato que una pulsera así no la puede hacer un ser humano…
Nanuk se zambulló en el mar y desapareció. Uluksak volvió al campamento de su tribu, donde todos ya lo daban por muerto. Tras la alegría de verlo vivo, vinieron las preguntas. Nadie creía su historia.
-Pues mirad esto- dijo Uluksak.
Los ancianos observaron la pulsera y afirmaron:
-¡Esto no lo ha hecho una persona!-
-Por supuesto que no… -exclamó Uluksak-. ¡Ha sido Nanuk, el oso blanco!
Desde ese día, los esquimales saben que no todos los osos blancos son enemigos. Hay uno, al menos, que está dispuesto a ayudarnos, y se llama Nanuk.
Luis Miguel Portillo Piret 3º ESO D
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