HISTORIA DEL HAIKU
El haiku extrae sus origines de la tradición poética japonesa más antigua, waka, y señala, en sentido amplio, todas las composiciones breves en lengua japonesa.
Ya en el siglo VIII d.c. florecen poesías breves denominadas tanka compuestas de versos de 5-7-5-7-7 sílabas llamadas waka, o bien por antonomasia “poesía japonesa”, y este hecho subraya el grado en que los japoneses se identificaban con este género.
En el siglo IX esta forma literaria tiene una amplia difusión y también el reconocimiento de las clases altas, y se instituyen competiciones poéticas (uta-awase). Un siglo más tarde, el haiku se desarrolla como diálogo en el que un poeta compone la primera estrofa (kami-no-ku), mientras que su interlocutor completa la segunda (shimo-no-ku), hasta envolver siempre a más participantes y convertirse en una verdadera poesía en cadena.
¿QUÉ ES EL HAIKU?
El término haiku designa hoy una composición breve, sin titulo, surgida en el antiguo Japón. Consiste en 17 sílabas distribuidas en tres versos que miden 5-7-5. Se admite un número de sílabas mayor solo en casos extraños tales como la inclusión, si es inevitable, de un nombre propio (como por ejemplo el nombre de una flor para dar expresión a una atmósfera particular). En cambio, es completamente inadmisible un número inferior de sílabas para cualquiera de los versos.
En esta forma poética se refleja el amor de la cultura nipona por el minimalismo y por las cosas secas y compactas. El poeta se convierte en un instrumento, y el objeto que anima la composición se convierte en sujeto. El haiku no describe, se limita a inmortalizar una aparición, a fotografiar un momento, y es por esto por lo que entre sus características peculiares encontramos la brevedad, la ligereza y la aparente ausencia de emociones.
En la acepción clásica, parte fundamental del haiku, es un "término particular” (kigo) que identifica, evocándola, una estación del año. Esta composición poética está de hecho estrechamente ligada a la “naturaleza”. Es la expresión del sentimiento que el contacto con la naturaleza suscita. El kigo (o referencia estacional) no deber ser necesariamente el nombre de dicha estación, sino simplemente un elemento que permita su caracterización, suscitando sensaciones y emociones ligadas al momento descrito. Es el kigo el que “carga de significado”, el que colorea, por así decirlo, el contexto de la composición. Es la “voz de la naturaleza”. No grita jamás, susurra al oído. El kigo es un término obligado en la redacción de un haiku, aunque al final del siglo pasado ha sido ampliamente denegado y considerado casi un inútil artificio literario. El haiku que no incluye el kigo (mu-kigo) es decir “sin estación”, no debe considerarse en ningún caso como privado de significado.
Las estaciones del año señalan el ritmo de la vida, tanto en la flora como en la fauna. Sus colores, sus perfumes, dan a la existencia misma del hombre una “profundidad diversa”. La naturaleza conserva una estrecha correlación con lo cotidiano, y lo cotidiano está hecho de cosas simples, tan simples que no se notan justo porque son muy usuales y habituales en la vida diaria. pero nada es demasiado pequeño y mucho menos insignificante: el haiku recoge la grandeza de "un momento que huye”.
El arte occidental se ha desarrollado transformando la impresión en descripción. El haiku no describe jamás: su arte no es descriptiva.
Dice Maxence Fermin en su novela “NIEVE”
[1]:
"¿Qué es la poesía?" preguntó el monje.
"Es un misterio inefable", respondió Yuko.
Una mañana el ruido del jarro de agua que se rompe hace germinar en tu cabeza una gota de poesía, despierta el ánimo y le confiere su belleza. Es el momento de decir lo indecible. Es el momento de viajar sin moverse. Es el momento de volverse poetas.
No adornes nada. No hables. Mira y escribe. Con pocas palabras. Diecisiete sílabas. Un haiku.
Una mañana, se nos despierta. Es el momento de retirarse del mundo, para sorprendernos mejor.
Una mañana, se encuentra el tiempo para vernos vivir."
LOS PRINCIPALES AUTORES DE HAIKU
El mayor exponente de esta forma poética es sin duda Jinshiro Munefusa Matsuo, conocido como el Basho (1644-1694), hijo de samurai y venerado en Japón como un santo. El pseudónimo Basho, que significa plátano, deriva del nombre de la planta che sobresalía en el centro de su jardín. Basho, tras el incendio de la ciudad de Edo (actual Tokio) en el cual se destruyó también su casa, comenzó un periodo de peregrinaciones que constituyeron material para sus composiciones.
Después de Basho, la poesía haiku sufre un lento ocaso hasta el Ochocientos, periodo en el cual surge una nueva personalidad, Masaoka Shiki (1867-1902), quien acuñó por primera vez el término haiku. También Shiki es un pseudónimo y se refiere a un pájaro que la tradición nipona quiere que cante hasta verter sangre por la boca; el poeta, de hecho, estaba enfermo de tuberculosis y la “enfermedad” es uno de los temas principales de su producción poética.
Aún hoy los poetas de haiku, los haikai, son muy populares en Japón, y en torno a este género poético han surgido asociaciones, círculos, firmas y convocatorias que han conquistado también el Occidente. En el pasado se han basado en este género Paul Eluard, Ezra Pound, Jack Kerouac, Mario Benedetti, y en Italia el poeta que más se acercó a esta forma poética ha sido Ungaretti.
TU TAMBIEN UN POETA DE HAIKU
Sugerimos ahora un método para escribir haiku:
Lee atentamente los haiku de los clásicos para entrar en el ámbito de lo que significa “haiku”;
Ten en consideración todas las reglas necesarias para componer el haiku;
Fija en tu mente el instante que te ha conmovido, la sensación que has probado, descríbela “mentalmente” buscando recrearla a nivel emotivo con todas sus particularidades. No la reproduzcas como una simple descripción objetiva o fotográfica;
Ahora intenta transmitir lo que has percibido a través de la composición de una breve poesía, mejor si consigues escribir solo tres versos muy breves;
Ahora elimina todas las palabras superfluas: ¿te sirven de verdad todos los adjetivos y los artículos que has incluido?
Define la “estación” en la que quieres colocar tu composición: es decir, introduce el kigo, la referencia estacional que permitirá una colocación temporal.
No pongas metáforas; no metas rima; busca tu pausa e introdúcela; ahora escribe tu haiku recordando sobre todo:
3 versos (5-7-5 sílabas)
1 referencia estacional
1 pausa
Lo dicho hasta ahora se refiere a la “construcción estructural” del haiku, pero lo más importante es “cambiar nuestro modo de ser, nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos”. Apuntando a la esencialidad del haiku puede parecer fácil de escribir ya que aparenta ser algo sencillo, pero no es así.
El haiku es un “punto de llegada” y no “de salida”. No es un ejercicio intelectual o una mera exhibición de habilidad estilística. En él existen algunos conceptos fundamentales, entre los cuales: un alto concepto de la belleza, de la soledad, de la calma y del pasado, o bien del tiempo que corre. El cambio continuo. Y un concepto nada fácil de definir que reclama una sensación positiva de soledad, una riqueza espiritual opuesta al materialismo, una quietud interior, no sólo la capacidad de recoger la belleza intima de las cosas simples y rehuir de todo aquello que sea forma, apariencia, ostentación.
Para escribir haiku es indispensable en primer lugar cambiar nuestra relación con el mundo y, sobre todo, con nosotros mismos, modificar nuestro “modo de ser”: el occidente es locuaz; el oriente, silencioso. Pero en este silencio suyo se encuentran las raíces de infinitas palabras.
A veces el silencio es la voz más alta de la expresión.
El haiku trasciende las limitaciones impuestas del lenguaje. Es el acto final de una acción contemplativa que evalúa las sugestiones que brotan del encuentro con la “verdadera esencia de la naturaleza” en un “determinado momento”, a través de la lectura secreta de contrastes, colores, impresiones, que aquel encuentro ha suscitado.
Es el resultado de una “meditación interior”. Los versos que lo componen manifiestan la esencialidad de las sensaciones y sentimientos que emergen del ánimo con inmediatez, y el silencio de la segunda lectura llevará a la completa comprensión.
Se tiene también en consideración que:
1) El japonés es una lengua ideográfica donde cada palabra es, por así decirlo, dibujada y constituye ya un símbolo; no tiene número, ni género, ni declinaciones, que se deduzcan del contexto. Es además una lengua muy rica en homófonos, que ofrecen infinitas posibilidades de asonancias, y es una lengua que en poesía no usa la rima.
2) Es una poesía de tres versos que se destaca por su simplicidad y linealidad , y donde encontramos un “intervalo”, que no es otra cosa que unas pocas sílabas en grado de crear una pausa, una suspensión que suscita un vacío en el lector a nivel de percepción estética. Se trata de sílabas sin un verdadero significado, pero que producen una espera o bien anuncian una conclusión. Transmiten emociones, casi como una puntuación fónica o una pausa al efecto. Es un compás de espera en el significado, un intervalo muy particular en la mitad o al final del verso, siempre en el espíritu de la musicalidad.
3) Otro punto de observación importante para quien quiere componer haiku es el así llamado salto gramatical-lógico en el interior del verso. En la práctica se trata de la omisión de los términos que serían necesarios en prosa, con el fin de estimular la fantasía y la reacción en el lector.
Filippo Giuseppe di Bennardo
HAIKU EN LA HORA DE GUARDIA
En unas horas de guardias nosotros también hemos intentado acercarnos a la filosofía nipona y hemos intentado volvernos poetas de haiku. Queremos compartir contigo algunos resultados:
Olor hermoso
ya flores brotan lentas
es primavera