EL RÍO MÁGICO
En un país muy muy lejano vivía una hermosa plebeya llamada Rosalinda.
La joven se dedicaba a cuidar a su madre, que estaba enferma, y a sus dos hermanos Luis y Jonathan.
Todas las noches, mientras cuidaba de su mamá, ésta le contaba la leyenda de un río mágico.
La joven Rosalinda de tantas veces escuchar esa preciosa leyenda, sintió una gran curiosidad y decidió pasear cada mañana por aquel río del que su mamá tanto le había hablado.
Se dedicó a pasear junto al río día tras día durante un año y medio sin que nada sucediera. Una mañana comenzó a llover y ella se situó bajo un árbol que había junto al río, de pronto el río se iluminó y paró de llover, la joven muy asustada no sabía qué hacer así que se escondió detrás del árbol.
De repente el río se abrió y un joven apuesto y majestuoso surgió de entre las aguas.
La joven asustada dijo:
- ¿Quién es usted? ¿Cómo ha podido atravesar ese río de esa manera?
- Permíteme presentarme bella dama, soy Enrique de la Rosa, ahora si usted me lo permite me gustaría conocer su nombre- respondió el caballero.
Pero la joven Rosalinda como estaba muy asustada, salió corriendo hacia su casa. Enrique gritaba y gritaba, pero la muchacha ya estaba muy lejos.
Cuando Rosalinda llegó a su casa le contó a su madre todo lo que había pasado. Se subió a su habitación y se quedó dormida.
Al día siguiente, se despertó sorprendida, había tenido un sueño qué le decía que tenía que volver al río, para encontrarse otra vez con el joven Enrique, porque a partir de entonces sólo le iban a ocurrir cosas buenas.
Decidió ir otra vez al río para encontrarse con Enrique, transcurridos quince minutos apareció el joven y apuesto Enrique. Rosalinda le dijo:
- Señor, le pido mil disculpas por ser tan mal educada e irme sin presentarme. – Dijo la chica avergonzada.
- No importa joven, era lógico que usted se asustara, pero bueno ¿Cómo se llama?
-Preguntó el joven Enrique.
- Me llamó Rosalinda, y dígame ¿por qué aparece usted de esa forma? – Preguntó Rosalinda confusa.
- Mi aparición se debe a una maldición de una malvada bruja.
- ¿Y en qué consiste esa maldición? – Preguntó Rosalinda intrigada.
- Sólo puedo salir del río cuando se encuentra una joven junto a él y para poder deshacerme del hechizo tendré que casarme con ella.
Conforme iba pasando el tiempo Rosalinda y Enrique se iban enamorando sin darse cuenta, así que decidieron casarse y el joven nunca más volvió a hundirse en aquel río. La bruja estuvo mucho tiempo infeliz porque creía que Enrique nunca encontraría a su amor verdadero.
Rosalinda y Enrique fueron felices para siempre y nada ni nadie intervino en su camino.
Marina Martínez Alcaide. 3º C.
En un país muy muy lejano vivía una hermosa plebeya llamada Rosalinda.
La joven se dedicaba a cuidar a su madre, que estaba enferma, y a sus dos hermanos Luis y Jonathan.
Todas las noches, mientras cuidaba de su mamá, ésta le contaba la leyenda de un río mágico.
La joven Rosalinda de tantas veces escuchar esa preciosa leyenda, sintió una gran curiosidad y decidió pasear cada mañana por aquel río del que su mamá tanto le había hablado.
Se dedicó a pasear junto al río día tras día durante un año y medio sin que nada sucediera. Una mañana comenzó a llover y ella se situó bajo un árbol que había junto al río, de pronto el río se iluminó y paró de llover, la joven muy asustada no sabía qué hacer así que se escondió detrás del árbol.
De repente el río se abrió y un joven apuesto y majestuoso surgió de entre las aguas.
La joven asustada dijo:
- ¿Quién es usted? ¿Cómo ha podido atravesar ese río de esa manera?
- Permíteme presentarme bella dama, soy Enrique de la Rosa, ahora si usted me lo permite me gustaría conocer su nombre- respondió el caballero.
Pero la joven Rosalinda como estaba muy asustada, salió corriendo hacia su casa. Enrique gritaba y gritaba, pero la muchacha ya estaba muy lejos.
Cuando Rosalinda llegó a su casa le contó a su madre todo lo que había pasado. Se subió a su habitación y se quedó dormida.
Al día siguiente, se despertó sorprendida, había tenido un sueño qué le decía que tenía que volver al río, para encontrarse otra vez con el joven Enrique, porque a partir de entonces sólo le iban a ocurrir cosas buenas.
Decidió ir otra vez al río para encontrarse con Enrique, transcurridos quince minutos apareció el joven y apuesto Enrique. Rosalinda le dijo:
- Señor, le pido mil disculpas por ser tan mal educada e irme sin presentarme. – Dijo la chica avergonzada.
- No importa joven, era lógico que usted se asustara, pero bueno ¿Cómo se llama?
-Preguntó el joven Enrique.
- Me llamó Rosalinda, y dígame ¿por qué aparece usted de esa forma? – Preguntó Rosalinda confusa.
- Mi aparición se debe a una maldición de una malvada bruja.
- ¿Y en qué consiste esa maldición? – Preguntó Rosalinda intrigada.
- Sólo puedo salir del río cuando se encuentra una joven junto a él y para poder deshacerme del hechizo tendré que casarme con ella.
Conforme iba pasando el tiempo Rosalinda y Enrique se iban enamorando sin darse cuenta, así que decidieron casarse y el joven nunca más volvió a hundirse en aquel río. La bruja estuvo mucho tiempo infeliz porque creía que Enrique nunca encontraría a su amor verdadero.
Rosalinda y Enrique fueron felices para siempre y nada ni nadie intervino en su camino.
Marina Martínez Alcaide. 3º C.
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